jueves, 5 de febrero de 2009

Fraccionando el alma

Cada uno de nosotros es una pieza del rompecabezas que una vez fue la única alma existente, el alma de Adam haRishón (el Primer Hombre). Ha llegado el momento para reagrupar todas estas piezas: el tiempo de corrección es ahora.

* Rav Dr. Michael Laitman

A nadie le gusta encontrase atascado en medio del tráfico, deambular entre un gentío de compradores en un “shopping mall” o esperar por siempre en la fila hacia la caja en el supermercado. ¿Por qué existen estas muchedumbres?

Quizá estemos dispuestos a compartir el mundo con amigos o parientes, con docenas o centenas de personas; la necesidad de compartir con los otros siete mil millones, sin embargo, está menos clara. ¿Por qué entonces, hay tanta gente en el mundo?

Café de Brasil y Relojes Suizos

El sentido común nos demuestra que tener relaciones recíprocas con la gente nos conviene. Si estuviéramos solos en el mundo, comer incluso una rebanada de pan requeriría un gran esfuerzo y afán. O sea, sembrar el trigo, hacerlo crecer, cosecharlo, molerlo, amasarlo, y hornear el pan. Incluso tendríamos que construir el horno.

En lugar de esto, podemos ir a la panadería más cercana, comprarla con poco dinero, y seguir disfrutando de la vida sin perder más que unos minutos en la compra. Es decir, trabajamos varias horas al día y gozamos de los productos del resto del mundo. Gozamos del gran chocolate belga, del “fast food” americano, los relojes suizos, y el café brasilero. Los chinos hacen los autos de juguete para nuestros niños, y los japoneses fabrican los autos verdaderos que nosotros conducimos.

¿Pero es ésta una buena razón para que tanta gente exista? ¿Si hubiera mil millones personas menos en el mundo, sentiríamos su ausencia?

En el reino del deseo

Los cabalistas dicen que todos provenimos de una sola alma, llamada "el alma de Adam haRishón" (el primer hombre), que fue creada por el Creador con el deseo general de recibir placer y deleite, una naturaleza completamente opuesta a la de Él, que es de total entrega y amor. La tarea del alma de Adam haRishón es la de asemejarse a la naturaleza del Creador, y ser tan afectiva y dadora como Él, alcanzando así la cima de todos los placeres, el goce infinito.

Placer antes del contacto

Según la Cabalá, cuando el alma de Adam haRishón fue creada, tenía una relación con el Creador que le causaba un placer limitado porque no se había esforzado independientemente en alcanzarlo.

El Creador quiso que el alma de Adam haRishón se desarrollara por su propio medio. Exponiéndola entonces, en un acto premeditado, a mayores placeres, ésta recibió los placeres, y empapándose de regocijo, perdió toda noción del Creador -quien le había proporcionado el deleite-, y todo contacto con Él.

Es como una persona que reza por ganar la lotería, prometiendo donar la mitad del triunfo a la caridad. Pero una vez que realmente gana, el placer al que se expone la supera y sus prioridades cambian. Se "olvida" de su promesa, y encuentra repentinamente mejores alternativas de inversión, que donar el dinero.

Fragmentos del placer

Como resultado del “olvido” de la relación con el Creador a causa del gran placer, el alma de Adam haRishón fue apartada del mundo espiritual, fragmentándose en múltiples partes llamadas, "almas particulares", que luego fueron bajando a este mundo “arropándose” en cuerpos humanos individuales, para poder aprender gradualmente cómo recibir el placer predeterminado, en porciones manejables, sin perder el contacto con el Otorgante del placer, el Creador.

De igual forma, si deseamos mover un peso de una tonelada, no podemos pedir que una sola persona lo haga. Pero si dividimos la tonelada en mil pequeños pedazos de un kilogramo, y damos una sola pieza a cada una de las mil personas, podríamos fácilmente mover este peso.

Este proceso se expresa concisamente en una parábola de Baal HaSulam: "había un rey que quería enviar una gran suma de monedas de oro a su hijo, que vivía muy lejos. Lamentablemente, todas las personas en su país eran ladronas y embaucadoras, y el rey no tenía ningún mensajero leal. ¿Qué hizo? dividió las monedas en peniques y las envió con muchos mensajeros, así, no valdría la pena manchar su honor por el placer de robar". Árbol de la vida, Baal HaSulam.

Dejar de reencarnar

Hoy, nos encontramos en el estado de post-rotura, en donde cada uno de nosotros es un mensajero del rey que lleva consigo un penique del gran tesoro del Creador. Nuestra misión es hacer lo que pidió el rey y volver a reestablecer la conexión con Él, mientras estamos vivos. Hasta que no llevemos la moneda a su lugar, continuaremos volviendo a este mundo.

Los cabalistas que ya han atravesado este proceso, se refieren a él como Tikkún (corrección). Ellos nos enseñan cómo corregir nuestro “penique-placer” individual, para llegar a la cima de la Escalera Espiritual, y no tener que reencarnarnos más en este mundo.

El conjunto es (mucho) más que la suma de sus piezas

El propósito del estudio de la Cabalá es ayudar a cada uno de nosotros -partes individuales del alma de Adam haRishón-, a restaurar nuestra unidad de la manera más rápida y útil posible. Cuando cada uno corrija su parte, estaremos realizando la meta para la cual vinimos a este mundo, y finalmente podremos disfrutar en conjunto de los enormes placeres que el Creador diseñó para nosotros en el Pensamiento de la Creación.

* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber­nética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Más información en www.kab.info www.kab.tv/spa www.laitman.es

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