Si una persona aún se encuentra en el auto amor, tal que el deseo de recibir le domina, y todos los buenos actos que quiere dirigirlos con el fin de otorgar, ve que el cuerpo no está de acuerdo con eso, pues esto está en contra de su naturaleza, entonces todo el acto en Torá y Preceptos lo hace con gran esfuerzo. Y lo que hace es llamado “los actos de los malvados”.
Cuando ha corregido el mal se ha hecho un justo, realizando los actos sin esfuerzo, porque el mal no se opone para dirigir sus actos con el fin de otorgar. Permaneciendo “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón – con tus dos inclinaciones”, y sus actos son llamados “los actos de los justos”.
Pero en un estado corregido no hay esfuerzo, no ha descubierto que hace algo. Dicho estado es llamado “el descanso del Alma”. Y el Creador por supuesto que desea “los actos de los justos”. Sin embargo, la persona ansía siempre el esfuerzo, puesto que estuvo en el estado de “los actos de los malvados”. Adquiriendo entonces perfección.
Antes que el hombre corrija la generación del diluvio y la generación de la separación que se encuentran en él, la Luz Latente se oculta de él. La generación del diluvio es el Corazón, la generación de la separación es la Mente. Y para que el hombre sea incluido de todo el mundo, nos relacionamos con todas las naciones del mundo debido al mal que se encuentra en nosotros.
En vista que La tendencia al mal es un Ángel, cuyo nombre tiene que ver con su acción: Cuando él despierta en la persona los malos deseos es llamado “La generación del diluvio”, y cuando despierta pensamientos malos es llamado “La generación de la separación”, y cuando aquellos dos grupos se corrigen, se revela la Luz Superior, la misma que “estuvo guardada para los justos para el mundo por venir”, empezando a sentir el bien y el deleite que se encuentran en la Torá y los Preceptos.
“La Luz que el Creador creó en el primer día, Adam la contempla desde el fin del mundo y hasta su final”. No desde el comienzo del mundo y hasta su final, porque todo estuvo en una vacuidad. Lo cual no es así cuando hay un discernimiento de los peldaños, entonces hay Cabeza, Interior, Final – Principio y Fin.
Desde el comienzo la tierra de Israel estuvo gobernada por siete naciones y luego fue entregada al pueblo de Israel.
En este mundo todo llega como resultado del Mundo Superior, empezando por un deseo de recibir. Y cuando se revela el mal, se revela la necesidad por la corrección de la intención con el propósito de otorgar, y entonces se le entrega un deseo a Israel, el mismo que será (Directo al Creador).
Es por eso que cuando una persona desea sacar el deseo de la intención para sí mismo, hay una guerra de Israel con las siete naciones, tal como se dice que la tierra –es un deseo que les pertenece- con la intención de recibir y no para otorgar. La persona siente que no es capaz de modificar la intención. Así lo ordenó el Creador, de tal manera que la persona pida modificar el deseo.
El Creador creó el deseo de recibir, para hacerle el bien, ya que él es la vasija, para recibir los placeres superiores. Y para que tenga la equivalencia de forma, la cual no será una vergüenza, está prohibido utilizarla con el deseo que es por el fin de recibir.
El deseo con la intención para sí mismo es llamado Gentiles, las naciones del mundo, el Otro lado, la cáscara. Está permitido recibir el placer solamente con la intención de otorgar. Resulta que, sacarán placeres de los Gentiles para Israel, (Directo al Creador), con el propósito de otorgarle al Creador, Por eso el deseo de recibir siente esto como un robo. Debiendo la persona justificar, que así son sus atributos desde el comienzo, ya que así será la recepción de los placeres por la perfección.
Pero debido a que es difícil corregir, puesto que todo será con el propósito de otorgar, por eso la tierra de Israel es pequeña. Pero “el futuro de la tierra de Israel será para descubrirse a todo el mundo” -ya que todo el deseo de recibir será corregido por el deseo de otorgar.
En Cabalá, el término corrección es el concepto más importante. Es el medio por el cual se alcanza la Meta del Creador hacia Su creación (nosotros). La tradición judía está repleta de historias acerca de cabalistas que se recluyen voluntariamente o se internan de forma solitaria en las montañas para hacer correcciones.
La realidad, lamentablemente, es bastante menos romántica. Corrección es la transformación de las cualidades propias, del egoísmo al altruismo. En palabras sencillas, cuando una persona deja de pensar en su propio bienestar y comienza a tomar en cuenta el beneficio de todos los demás, a esa persona se le considera corregida.
La Cabalá explica que el Creador es benevolente y quiere hacer el bien a Sus criaturas. También aclara que ya que Él es lo mejor que existe, quiere que seamos como Él. Al momento de nacer, nos dicen, no tenemos el mínimo parecido al Creador, sino que cada uno de nuestros rasgos está en completa oposición a los Suyos. La Corrección es, por lo tanto, la transformación de las cualidades propias, de humanas (egoístas) a divinas (altruistas y benevolentes).
Pero si Él es bueno y quiere favorecernos, ¿cómo nos beneficia el llegar a ser altruistas y pensar en los demás? El beneficio no radica en la transformación del egoísmo en altruismo, en sí, sino, en la percepción realzada que proporciona. Ya que cuando adquirimos Sus cualidades, adquirimos también Su perspectiva. Por este motivo, los cabalistas explican que la persona que se adentra en el mundo espiritual por vez primera –en la que se le refiere como un “infante”- observa el mundo de un extremo al otro. Y cuanto más nos desenvolvemos en la espiritualidad, más aguda y profunda se vuelve nuestra percepción. Eventualmente, cuando todas nuestras cualidades son semejantes a las de Él, llegamos a ser omniscientes, todopoderosos, recibiendo y dando todo, al mismo tiempo.
Existe un solo medio que nos puede traer la corrección –el rezo–. Es más, de acuerdo a la Cabalá, hay una sola oración que el Creador escucha: el rezo por lograr el la corrección. De hecho, si observamos el mundo a nuestro alrededor y consideramos el estado hacia el que la humanidad rápidamente está decayendo, quedará muy claro que, o no estamos rezando o nuestras plegarias no están siendo contestadas.
Una oración, como explica la Cabalá, es una petición para ser corregidos. Cuando he intentando con mucho esfuerzo ser como el Creador, benevolente, dador, y bueno, y siento que he fallado completamente, entonces me vuelco al Creador y de corazón pido de Él: “Hazme como Tú, porque yo no puedo hacerlo por mí mismo”.
A este respecto, el gran cabalista del siglo XX Rabí Yehuda Ashlag escribió en una carta a un estudiante: “No hay estado más feliz en la vida que cuando uno se encuentra desesperado completamente de su propio poder, o sea, que ya se ha esforzado y ha hecho todo lo que ha podido, y no ha encontrado remedio. Esto es así porque uno entonces es digno de pedir sinceramente Su ayuda, ya que uno sabe con certeza que el trabajo propio no será suficiente”, (Rabí Yehudá Ashlag, Carta no. 57 del 1935).
En la Biblia está escrito, “el corazón del hombre es perverso desde su juventud” (Génesis 8:21). Por tanto, para lograr la corrección, necesitamos ser cambiados por la única fuerza que no es maligna (egoísta): el Creador.
Así, aunque parezca un tanto irónico, la única forma mediante la que podemos lograr plenitud, satisfacción y placer ilimitado es cuando dejamos de preocuparnos por nuestro bienestar y empezamos a cuidar del bienestar de todos los demás.
Este mensaje es el gran “secreto” que la Cabalá ha ocultado en su interior por dos mil años, desde la escritura (y posterior ocultamiento) de El Libro del Zohar. Hoy día, en el principio del siglo XXI, los cabalistas ya no ocultan el mensaje. En su lugar, aseguran que el conjunto de la humanidad está listo para recibirlo.
Todos sus libros se refieren únicamente a esta transformación, y si leemos los escritos del gran cabalista, Yehuda Ashlag, veremos que es así como él explica cada texto cabalista, desde El Libro del Zohar (del Rashbí) hasta El Árbol de la Vida (del Arí).
Si leemos los libros de Cabalá con un solo objetivo en mente, ser corregidos en el sentido verdadero de la palabra, dejarán de ser misteriosos para nosotros. El poder que poseen nos afectará, y empezaremos a ver y a sentir el mundo de una forma completamente diferente.
(Tomado del libro BeAkevot HaLev de Rav Dr. Michael Laitman)
La sensación del Creador es llamada Fe. Un error muy común es pensar que la Fe es un cúmulo de disposiciones legales sin el reconocimiento de la oscuridad, sin ver ni sentir al Creador. Esta es una captación contraria de acuerdo a la verdadera literalidad de la palabra. Según la Cabalá, “La Luz del Creador” es lo que llena a la persona, es la Luz de Conexión con el Creador, es la Luz de la Misericordia , la cual es llamada La Luz de la Fe, o simplemente Fe.
La Fe, la “Luz del Creador”, le proporciona a la persona una conexión con algo eterno. Es la conexión que se expresa con el entendimiento del Creador, en un encuentro con Él en una conexión constante y en un contacto recíproco. La Fe provee seguridad, fuerza y, una sensación de eternidad.
La salvación de la existencia temporal sobre la tierra y, de una persecución distinta de los placeres de este mundo que no nos lleva a ningún lugar, depende solamente del alcance de la Fe, del alcance de la sensación del Creador y la conexión con Él.
El único motivo para nuestra limitación y la única alternativa para nuestras vidas, se encuentra oculta en la falta de sensación del Creador. La Cabalá nos dice: “Prueben y verán que el Creador es Bueno”.
El objetivo del libro es proporcionar un paso por el camino de los primeros peldaños mediante la sensación del Creador. La persona que está interesada en concretar su necesidad por la sensación del Creador, puede continuar con el estudio de la Cabalá con la ayuda de las fuentes: El Libro del Zohar con el comentario Sulam, los escritos del ARI y El Talmud de las Diez Sefirot.
