lunes, 16 de febrero de 2009

Iconos de la Cabalá: Rabí Isaac Luria Ashkenazi—el Santo ARÍ (1534-1572)


Rabí Isaac Luria Ashkenazi—el Santo ARÍ
(1534-1572)

En el lapso de apenas un año y medio, Isaac Luria (el Santo ARÍ) revolucionó la Cabalá haciéndola accesible a todos. Desde esa época, su “Cabalá Luriánica” ha llegado a ser la metodología predominante en el estudio de la misma.

* Rav Dr. Michael Laitman

La vida de Rabí Isaac Luria (El Santo ARÍ), -el cabalista más importante del siglo XVI, y uno de los más influyentes personajes en la historia y evolución de la sabiduría de la Cabalá- está envuelta en misterio y leyendas.

Nació en Jerusalén en 1534 y falleció a la temprana edad de treinta y ocho años, tras caer enfermo por una epidemia en el verano de 1572.

A los ocho años perdió a su padre y su familia quedó desamparada. Desesperada, su madre se llevó al joven Isaac a vivir con su tío en Egipto, donde permaneció muchos años hasta su llegada a Safed.

Siendo joven, solía encerrarse en su habitación durante horas, incluso días, sumergido en el estudio de El Libro del Zohar, el más importante libro de Cabalá, tratando de entender sus sutilezas. Las leyendas describen cómo el ARÍ fue merecedor de “la revelación de Elías” (una revelación espiritual única), y que estudió El Zohar “de él”. Para el ARÍ, El Libro del Zohar era el mundo entero.

Safed, capital de los estudios cabalísticos en el siglo XVI, atraía muchos asiduos, además, por estar situada en el área del Monte Merón, donde yacen los restos de Rabí Shimon Bar-Yochai, autor de El Libro del Zohar.

El año que el ARÍ abandonó Egipto y fue a Safed, un crudo invierno golpeó Egipto. Lluvias torrenciales provocaron inundaciones, y el Nilo desbordó sus riberas, dejando las ciudades bajo un manto de lodo y agua.

Cuenta una leyenda que en una de las noches más tormentosas de ese temible invierno, el Profeta Elías se reveló al ARÍ. Éste, según dicho relato, le dijo “Tu fin está cerca. Vete de aquí, y lleva a tu familia a la ciudad de Safed, donde eres esperado con ansias. Allí encontrarás a tu discípulo, Jaim Vital, a quien transmitirás tu sabiduría, nombrarás como tu sucesor, y quien tomará tu lugar”.

Elías también le reveló al ARÍ: “Tan sólo viniste a este mundo para corregir el alma de Rabí Jaim Vital, ya que esta alma es preciada”.

Así, en el año 1570, en pleno invierno, el ARÍ fue a Safed. Tenía treinta y seis años, y le quedaban dos de vida.

Revolucionario y cabalista

Los cabalistas ocultaron la sabiduría de la Cabalá durante 1500 años antes del ARÍ. Se levantaban a media noche, encendían una vela y cerraban las ventanas para que sus voces no se oyeran fuera. Abrían reverentemente los libros de Cabalá y se sumergían en ellos, tratando de desentrañar las verdades ocultas.

Su estudio era secreto, enseñado a puerta cerrada. Los cabalistas temían que éste fuera mal interpretado. “La generación“, afirmaban, “no está lista todavía”.

La humanidad esperó muchos siglos al maestro adecuado para abrir las puertas de la sabiduría de la Cabalá al público. Finalmente, con la llegada del ARÍ a Safed y la consiguiente exposición de El Libro del Zohar, se dio la pauta para revelar los secretos de la Cabalá entre las masas.

Es difícil dimensionar la importancia y estatura del ARÍ; en apenas año y medio, dejó una profunda huella en la historia del pensamiento cabalístico, aún sin escribir una sola palabra, ya que todos sus conocimientos fueron transmitidos a través de Rabí Jaim Vital, primer estudiante del ARÍ y único sucesor, quien a su vez, fue incapaz de publicar todos sus escritos mientras vivía. Fueron elaborados por sus parientes y estudiantes en los siglos posteriores.

Entre los primeros escritos de Rabí Vital se encuentra el libro Etz Jaim (Árbol de la Vida), que presenta las enseñanzas cabalísticas del ARÍ en un estilo claro y simple. Otra notable publicación es Ocho Puertas, una serie de ocho libros que describen —entre otras cosas— el concepto de reencarnación.

Cuando el ARÍ llegó a Safed, organizó un grupo de cabalistas conocido como “Los cachorros del León”, incluyendo a algunos de los más ilustres de la época: Rabí Shlomo Elkabetz, compositor de la famosa canción, Lejá Dodí (ve, Mi amado), y el gran cabalista Rabí Moisés Cordovero (el Ramak), quien es considerado el primero en reconocer la grandeza del ARÍ; además de ser su amigo y estudiante.

Antes de fallecer, el Ramak dijo a sus estudiantes:Sabed que hay un hombre, aquí sentado, que se elevará tras de mí e iluminará los ojos de esta generación con la sabiduría de la Cabalá… en mis días, los canales estaban bloqueados... y en sus días, los canales serán revelados... y sepan que es un gran hombre, una chispa del Rashbi [Rabí Shimon Bar-Yochai]”.

Parece que el Ramak tenía al ARÍ designado como su sucesor, e instruyó a sus estudiantes que lo aceptasen como maestro.

El ARÍ fue el precursor de una nueva era humana y espiritual. No sólo uno de los grandes cabalistas, sino el primero a quien se le dio “permiso desde lo Alto” para revelar la sabiduría de la Cabalá a las masas.

Su habilidad para transformar la Cabalá de un método para unos pocos escogidos a un método para todos, le convierte en un gigante por siempre.

Hoy día, muchas almas ya están listas para la elevación espiritual, y gracias a la Cabalá Luriánica, -el método legado por el Santo ARÍ- podrán alcanzar la Meta para la cual fueron creadas.

* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber­nética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Más información en www.kab.info www.kab.tv/spa www.laitman.es

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