miércoles, 21 de enero de 2009

La ley de la realidad


“…como el hacha corta y divide un objeto físico en dos,
así la desemejanza en forma separa y divide
el objeto espiritual en dos...

“…no se trata de estar cerca o lejos físicamente sino
de la equivalencia en forma…

“las personas son iguales en forma [cuando]
cada una ama lo que la otra ama y
odia lo que la otra odia…

Prefacio al Zohar (Rabí Yehudá Ashlag)


* Rav Dr. Michael Laitman

Fíjate qué curioso es nuestro mundo. Tú y yo nos encontramos a un metro de distancia, hablamos, nos vemos, pero ninguno tiene la menor idea sobre los pensamientos y deseos del otro o de dónde realmente está. Es posible que en este preciso momento estés pensando en otra persona que vive o vivió en algún otro continente o época.

Es sabido que las personas enamoradas “llevan consigo” a su enamorado adonde sea que vayan. Hablarles es una experiencia realmente aburrida; aunque estuvieran contigo, sus pensamientos están en su maravilloso “mundo sublime” de los enamorados.

En contraste a esto, si me preguntaras al lado de quién estuve sentado hoy en el tren en camino al trabajo, o al lado de quién estuve parado en la fila para comprar las entradas de la semifinal de fútbol, seguramente no podría decirte, porque mientras esperaba en la fila o viajaba en el tren, estuve pensando en otras cosas o personas.

En conclusión, la cercanía o lejanía corporal, no es lo mismo que la cercanía o lejanía en nuestra vida interna. Es decir, cuando hay algo que realmente queremos o con el que sentimos proximidad, éste ocupa todos nuestros pensamientos, sentimientos e imaginación.

Equivalencia natural

Si observamos cómo funciona la “ley de equivalencia de forma” en la naturaleza, notaremos que no hay nada nuevo aquí. Vemos sólo lo que nuestro sistema de percepción –por ejemplo, el ojo- es capaz de captar por equivalencia de forma.

El ojo humano divisa una longitud de onda que concuerda con la gama que va desde el violeta hasta el rojo. Por eso, somos incapaces de captar una longitud de onda más alta que la violeta, por ejemplo, la ultravioleta, a menos que tengamos un equipamiento apropiado.

La abeja divisa una longitud de onda ultravioleta y de esa manera localiza flores de distintos tipos. Los mosquitos, en cambio, captan la longitud de onda apropiada a ellos y así pueden dirigir “un ataque directo” a tus venas. La “ley de equivalencia de forma” funciona aquí de una manera ¡muy tangible!

Sabemos que la realidad está compuesta de múltiples frecuencias que afectan nuestras vidas aunque somos incapaces de percibirlas, como la radiación de los rayos-X o las ondas de radio. Si sólo tuviéramos el instrumento adecuado de captación, capaz de transformar estas ondas en una longitud adecuada a nuestros sistemas naturales de percepción –los oídos, ojos, nariz y diversos sensores de nuestros cuerpos- podríamos reconocer la existencia de estas ondas en el aire.

Por ejemplo, si te preguntara si ahora hay alguna transmisión en tu estación de radio predilecta, contestarías que no lo puedes saber a menos que prendiéramos la radio en la frecuencia de dicha estación. ¿Qué es entonces lo que se genera en la radio?

El aparato de radio simplemente sintoniza la frecuencia que ya se encuentra en el aire, incluso antes de prenderla. Luego convierte el mensaje producido por la emisora radial, de una frecuencia de onda que no podemos percibir, a una que nuestro oído es capaz de captar.

Cercanos y lejanos

Cuando usamos el término, “cercano”, nos referimos por ejemplo a “la tía Juanita que vive en Buenos Aires” o a “José, el hijo de Rosa, la hermana de la abuela”. A veces también usamos ese término para enfatizar la cercanía de ideas entre nosotros, como cuando ambos creemos que es necesario un cambio social en el país. Otras veces, este concepto se usa para expresar la medida de amor recíproco entre nosotros; por ejemplo, al pensar y desear que el otro tenga una vida buena y agradable.

¿Qué es entonces, la cercanía espiritual?

La equivalencia de forma espiritual

En el mundo espiritual, como en el corporal, funciona la ley de la equivalencia de forma, sólo que en el mundo espiritual no se habla de la igualdad de frecuencias u ondas, sino de una semejanza o desemejanza de intenciones.

En el mundo espiritual se miden sólo las “intenciones” (los pensamientos). La naturaleza del hombre es pensar en sí mismo y su propio provecho, mientras que la Fuerza Superior que activa y dirige nuestras vidas y toda la realidad, actúa sólo por amor; para dar, otorgar.

Así, en el plano espiritual existe una inversión de forma entre el ser humano y la fuerza que dirige nuestras vidas.

Por lo tanto, si nuestro deseo es conocer y entender el Gobierno sobre el mundo, tendremos que adquirir el atributo de otorgamiento. Mientras sigamos pensando sólo en nosotros mismos y en nuestro beneficio personal, no podremos saber las causas de lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros, ya que quedaremos en un estado opuesto al de la Fuerza Superior.

Sólo si encontramos la manera de elevarnos por encima de nuestro egoísmo, liberándonos de la auto-preocupación, alcanzaremos la medida de equivalencia de forma, como dijeron nuestros sabios: “Así como Él es misericordioso, también tú serás misericordioso, así como Él es piadoso, también tú serás piadoso…”.

Así penetraremos en un mundo nuevo, de otorgamiento, generosidad y amor. Por consiguiente, lograremos experimentar el bien y la felicidad; ¡la Meta principal de la Creación!

* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en cibernética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fun­dador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel.
Más información en
www.kab.info www.kab.tv/spa www.laitman.es

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