“No tienes ni una hierba [en este mundo]
que no tenga su suerte y guardián en el cielo
que la golpee y le diga
¡crece!”
(Bereshit Raba)
*Rav Dr. Michael Laitman
Así como en este mundo hay leyes absolutas que lo manejan, también en el mundo Superior hay leyes que influyen en nosotros, aún cuando no estemos conscientes de su existencia.
Si quisiéramos entender las manifestaciones que se producen en el mundo en que vivimos, deberíamos primeramente entender su raíz, o sea, de dónde vienen.
Si observamos simplemente lo que ocurre, debemos admitir que no tenemos idea de por qué pasa lo que pasa en nuestro mundo, desde los fenómenos más simples como por ejemplo el estado del tiempo, el estado de ánimo cambiante, la salud y la enfermedad, un encuentro casual con una voz del pasado, el estallido de guerras sangrientas o el triunfo de un equipo de fútbol por diferencia de un gol.
Después de que sucede algo, se le puede encontrar mil causas de acuerdo a la variedad creativa de nuestra imaginación, y siempre habrá una explicación: ”Estoy enfermo porque ayer no me abrigué después de ducharme”, “ese entrenador no sabe tomar decisiones en los momentos críticos”, etc.
Pero ¿es realmente así?
Se puede dar como ejemplo la fuerza de la gravedad que actúa sobre nosotros. Seguramente, si nos paramos sobre una silla y saltamos al piso, será gracioso, pero si saltamos desde el techo de un rascacielos, será una catástrofe.
En este ejemplo, el error y la consecuencia son inmediatos y aparentes, y a nuestro entender, la consecuencia se relaciona directamente a la causa. Pero si nos imagináramos que existe cierta dilación entre el salto y el efecto, podríamos entender mejor de qué habla
“La ley de gravitación“, es una ley absoluta, no se puede esquivar o engañar. Lo máximo que podemos hacer es conocerla y comportarnos de acuerdo a sus principios. Pero si todavía no conocemos esa ley y no vemos la relación de causa-efecto entre ella y nosotros, ¿cómo podremos prevenir la próxima caída?
Y sobre esto los cabalistas nos responden claramente: ”El no conocer la ley no nos absuelve del castigo”. O sea, no podemos saltar de un rascacielos y decir: ¡Ay, perdón, no sabía!
De la misma manera definida y absoluta actúan también las leyes espirituales de las que hablan los cabalistas, y si deseamos disfrutar de la vida y realizarla completamente, tendremos que familiarizarnos con ellas.
Ley de la raíz y la rama
Una de estas leyes espirituales es la “ley de la raíz y la rama”. Ésta determina que todo lo que ocurre en el mundo corpóreo es una copia, un sello, de lo que ocurre en el mundo espiritual, el mundo Superior.
Los sabios de la Cabalá explican que éste se encuentra oculto a nuestros sentidos, aunque para ellos es perceptible, al punto que hasta se refieren a ello como el mundo auténtico, mientras que a este mundo físico lo consideran como el mundo imaginario de consecuencias. Al mundo que ven ellos lo llaman el mundo de las causas o el mundo de las raíces y al que nosotros vemos lo llaman el mundo de las consecuencias o el mundo de las ramas.
Todo lo que nosotros pensamos, percibimos, sentimos, imaginamos, vemos, escuchamos, etcétera, ya ha sido determinado y decidido en el mundo Superior, sin que estemos enterados para nada de ello.
El Rabí Yehuda Ashlag (autor del Sulam, la interpretación más respetada del Libro del Zohar) lo describe en su artículo, “La esencia de la sabiduría de la Cabalá”, de la manera siguiente: “…no existe ni un elemento o acontecimiento en la realidad de nuestro mundo inferior [corporal], que no tenga su ejemplo en el mundo Superior [espiritual], de forma equivalente como de dos gotas de agua, llamadas, “raíz y rama”. Es decir, que la parte que se encuentra en el mundo inferior [nuestro mundo] es considerada la “rama” que corresponde a su ejemplar el cual se encuentra en el mundo Superior. Y éste último es la “raíz” de esa parte inferior, ya que es de allí [del mundo Superior] que fue grabada y formada aquella parte del mundo inferior”.
Si es así, ¿hay lo que hacer?
Los cabalistas nos permiten intervenir en este sistema y cambiar nuestro destino. El cambio comienza con aprender el accionar del sistema. Si en mi estado actual no puedo modificar nada, pero hay otro lugar en donde tengo la posibilidad de cambiar mi destino y determinarlo, es muy importante que lo sepa. ¿Por qué? Para que no siga perdiendo mi tiempo y esfuerzos en vano, en intentos frustrados de ser feliz, como hasta ahora.
Lo importante es empezar la búsqueda del camino hacia ese mismo lugar de donde se puede realmente influir en el sistema general del universo y sus leyes, y cada uno de nosotros puede alcanzarlo, siguiendo las huellas de los cabalistas que lo han logrado.