miércoles, 21 de enero de 2009

Tu Bishvat: Las raíces espirituales de la jardinería


¡Si estás buscando ponerte en contacto con tu lado espiritual, necesitas comenzar por las raíces!

¿Por qué es importante querer la espiritualidad en nuestra vida?


*Rav Dr. Michael Laitman

El símbolo que más se asocia con la Sabiduría de la Cabalá es el Árbol de la Vida. La Cabalá, al igual que todos los antiguos escritos, está repleta de ejemplos del reino vegetal. A través de la historia se ha echado mano de los sistemas de horticultura para ilustrar el crecimiento espiritual del hombre. Así, no es sorpresivo descubrir que la Cabalá utilice imágenes y ejemplos de nuestro mundo físico para revelarnos profundos procesos espirituales.

Esta sabiduría tiene como propósito incrementar el aspecto espiritual (interno) de nuestras vidas, dentro de nuestro trabajo y en nuestros momentos libres. Sabemos que el jardín no florece sin los fertilizantes adecuados, pero si éstos no han sido debidamente elaborados pueden convertirse en una amenaza dentro del jardín. Igualmente, la Cabalá nos enseña cómo elaborar nuestros pensamientos para convertirlos en “fertilizantes adecuados” de nuestras almas.

Este benéfico camino nos enseña todo lo que hay que saber sobre nosotros mismos, nuestras relaciones con seres queridos, amigos y, sobre todo, cómo mejorar nuestros lazos con la Naturaleza.

Horticultura Espiritual

Al igual que el árbol, para dar frutos (espirituales), y alcanzar lo antes mencionado, tú y yo debemos hacer el mismo trabajo requerido para árboles y plantas. Si fertilizamos, desherbamos y cultivamos todas las partes de nuestras almas que necesitan cultivarse, nuestra espiritualidad se intensificará y llenará nuestras vidas de gozo. Si nos esmeramos en realizar este cultivo seremos “como el árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su fruto en la estación y cuyas hojas no se marchitan; y serán prósperos en todo lo que emprendan” (Salmos 1:3).

Por lo tanto, ¿Qué es lo que tenemos que hacer con nuestras “plantas” internas para hacerlas crecer de manera frondosa?

Escarbar

En la espiritualidad, cavar con el azadón significa examinar el interior de nuestra alma. Según la Cabalá, sólo ahí, dentro de nosotros mismos, descubriremos por qué venimos a este mundo. Las respuestas a todas las interrogantes en nuestra vida se encuentran en lo profundo de nuestro ser. Si queremos hallarlas debemos escarbar dentro de nuestras almas para que afloren.

Extirpar las callosidades

Una callosidad es un defecto superficial. Puesto que la espiritualidad concierne a la relación de la persona con la Naturaleza, se trata de un proceso muy íntimo, por lo que es conveniente guardar nuestras reflexiones espirituales para nosotros mismos. Cuando te encuentres trabajando en tu jardín, nadie necesita saber lo que pasa por tu mente. Está bien si piensas en fertilizar si es justo lo que estás haciendo físicamente. Pero, si al mismo tiempo fertilizas tu alma, obtienes una ganancia doble: en el jardín espiritual de tu alma y en tu jardín físico. Y si deseas que los frutos espirituales sean de larga duración, guárdalos bien en tu interior.

Quitar el exceso de hojas

Mientras estudiamos la Cabalá con el fin de redescubrir la Naturaleza, nuestros esfuerzos, deseos e intenciones se llaman “hojas”. Una vez establecida esta relación con la Naturaleza, estos esfuerzos, deseos e intenciones se convierten en “frutos”. No cambiamos lo que somos, sino en lo que enfocamos nuestra atención: la espiritualidad significa enfocarse en la Naturaleza mientras que la corporalidad significa enfocarnos en nosotros mismos.

Las hojas son muy importantes. Son hermosas, nos dan sombra y protegen al fruto mientras está creciendo. Las hojas en exceso agotan el agua y la energía del árbol, pero necesitamos una cantidad suficiente para ayudar al fruto a crecer grande y jugoso.

De igual forma, cuando estás aprendiendo a ser espiritual no te asombres si no estableces una conexión con la Naturaleza rápidamente, tus “hojas internas” la están ocultando de ti. Aún cuando no estés consciente de esto, protegen los frutos que ya están creciendo en tu interior, escondidos entre el follaje.

Empolvar

Empolvar en hebreo (el lenguaje original de la Cabalá) quiere decir cubrir con polvo o arena. También significa batallar. Para relacionarse con la Naturaleza es indispensable tender un puente sobre la barrera que separa nuestro mundo del mundo espiritual. Venimos aquí totalmente centrados en nosotros mismos y para poder relacionarnos con la Naturaleza, necesitamos centrarnos en ella. Y tendremos que batallar, porque nuestra naturaleza inherente se opone a enfocarse en la Naturaleza y nos envía pensamientos contrarios. Nuestro trabajo es “cubrir con polvo” estos pensamientos y enterrarlos bajo la convicción de la importancia y el mérito de nuestra meta.

Agua

El agua existe arriba –en el cielo- y abajo –en la Tierra. Es el ingrediente principal de todo lo que tiene vida. Por tanto, no es sorpresivo que el agua represente también a la Naturaleza o más precisamente, la misericordia. Así como la Naturaleza es omnisciente, el agua también contiene toda la información en el universo. Las plantas saben cómo usar esta cualidad del agua y ésta les dice cuándo es tiempo de florecer.

Para crecer, una planta necesita sólo agua y minerales que la mayor parte de las veces extrae del agua misma. No existe otra sustancia que tenga la capacidad de ser la única causa de vida y crecimiento como el agua. El ciclo hidrológico permite al agua conectar a los mundos de “arriba” con los de “abajo”, tal como lo hace el Creador en la espiritualidad. Así, saber cuánto y cómo regar una planta es la única y más importante información que necesita el jardinero.

Ser un jardinero espiritual

De todo lo comentado, es claro que la jardinería física no es como cualquier otro pasatiempo. Es un compromiso serio de raíces profundamente espirituales. La jardinería espiritual, sin embargo, tiene el propósito más noble y puede elevar a las personas que la practican a los reinos ocultos de la existencia, donde nuestras almas se encuentran conectadas entre sí y con la Naturaleza que las creó, en amor eterno e infinito.

* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber­nética, doctor en filosofía y cabala, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Más información en www.kab.info www.kab.tv/spa www.laitman.es

La ley de la realidad


“…como el hacha corta y divide un objeto físico en dos,
así la desemejanza en forma separa y divide
el objeto espiritual en dos...

“…no se trata de estar cerca o lejos físicamente sino
de la equivalencia en forma…

“las personas son iguales en forma [cuando]
cada una ama lo que la otra ama y
odia lo que la otra odia…

Prefacio al Zohar (Rabí Yehudá Ashlag)


* Rav Dr. Michael Laitman

Fíjate qué curioso es nuestro mundo. Tú y yo nos encontramos a un metro de distancia, hablamos, nos vemos, pero ninguno tiene la menor idea sobre los pensamientos y deseos del otro o de dónde realmente está. Es posible que en este preciso momento estés pensando en otra persona que vive o vivió en algún otro continente o época.

Es sabido que las personas enamoradas “llevan consigo” a su enamorado adonde sea que vayan. Hablarles es una experiencia realmente aburrida; aunque estuvieran contigo, sus pensamientos están en su maravilloso “mundo sublime” de los enamorados.

En contraste a esto, si me preguntaras al lado de quién estuve sentado hoy en el tren en camino al trabajo, o al lado de quién estuve parado en la fila para comprar las entradas de la semifinal de fútbol, seguramente no podría decirte, porque mientras esperaba en la fila o viajaba en el tren, estuve pensando en otras cosas o personas.

En conclusión, la cercanía o lejanía corporal, no es lo mismo que la cercanía o lejanía en nuestra vida interna. Es decir, cuando hay algo que realmente queremos o con el que sentimos proximidad, éste ocupa todos nuestros pensamientos, sentimientos e imaginación.

Equivalencia natural

Si observamos cómo funciona la “ley de equivalencia de forma” en la naturaleza, notaremos que no hay nada nuevo aquí. Vemos sólo lo que nuestro sistema de percepción –por ejemplo, el ojo- es capaz de captar por equivalencia de forma.

El ojo humano divisa una longitud de onda que concuerda con la gama que va desde el violeta hasta el rojo. Por eso, somos incapaces de captar una longitud de onda más alta que la violeta, por ejemplo, la ultravioleta, a menos que tengamos un equipamiento apropiado.

La abeja divisa una longitud de onda ultravioleta y de esa manera localiza flores de distintos tipos. Los mosquitos, en cambio, captan la longitud de onda apropiada a ellos y así pueden dirigir “un ataque directo” a tus venas. La “ley de equivalencia de forma” funciona aquí de una manera ¡muy tangible!

Sabemos que la realidad está compuesta de múltiples frecuencias que afectan nuestras vidas aunque somos incapaces de percibirlas, como la radiación de los rayos-X o las ondas de radio. Si sólo tuviéramos el instrumento adecuado de captación, capaz de transformar estas ondas en una longitud adecuada a nuestros sistemas naturales de percepción –los oídos, ojos, nariz y diversos sensores de nuestros cuerpos- podríamos reconocer la existencia de estas ondas en el aire.

Por ejemplo, si te preguntara si ahora hay alguna transmisión en tu estación de radio predilecta, contestarías que no lo puedes saber a menos que prendiéramos la radio en la frecuencia de dicha estación. ¿Qué es entonces lo que se genera en la radio?

El aparato de radio simplemente sintoniza la frecuencia que ya se encuentra en el aire, incluso antes de prenderla. Luego convierte el mensaje producido por la emisora radial, de una frecuencia de onda que no podemos percibir, a una que nuestro oído es capaz de captar.

Cercanos y lejanos

Cuando usamos el término, “cercano”, nos referimos por ejemplo a “la tía Juanita que vive en Buenos Aires” o a “José, el hijo de Rosa, la hermana de la abuela”. A veces también usamos ese término para enfatizar la cercanía de ideas entre nosotros, como cuando ambos creemos que es necesario un cambio social en el país. Otras veces, este concepto se usa para expresar la medida de amor recíproco entre nosotros; por ejemplo, al pensar y desear que el otro tenga una vida buena y agradable.

¿Qué es entonces, la cercanía espiritual?

La equivalencia de forma espiritual

En el mundo espiritual, como en el corporal, funciona la ley de la equivalencia de forma, sólo que en el mundo espiritual no se habla de la igualdad de frecuencias u ondas, sino de una semejanza o desemejanza de intenciones.

En el mundo espiritual se miden sólo las “intenciones” (los pensamientos). La naturaleza del hombre es pensar en sí mismo y su propio provecho, mientras que la Fuerza Superior que activa y dirige nuestras vidas y toda la realidad, actúa sólo por amor; para dar, otorgar.

Así, en el plano espiritual existe una inversión de forma entre el ser humano y la fuerza que dirige nuestras vidas.

Por lo tanto, si nuestro deseo es conocer y entender el Gobierno sobre el mundo, tendremos que adquirir el atributo de otorgamiento. Mientras sigamos pensando sólo en nosotros mismos y en nuestro beneficio personal, no podremos saber las causas de lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros, ya que quedaremos en un estado opuesto al de la Fuerza Superior.

Sólo si encontramos la manera de elevarnos por encima de nuestro egoísmo, liberándonos de la auto-preocupación, alcanzaremos la medida de equivalencia de forma, como dijeron nuestros sabios: “Así como Él es misericordioso, también tú serás misericordioso, así como Él es piadoso, también tú serás piadoso…”.

Así penetraremos en un mundo nuevo, de otorgamiento, generosidad y amor. Por consiguiente, lograremos experimentar el bien y la felicidad; ¡la Meta principal de la Creación!

* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en cibernética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fun­dador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel.
Más información en
www.kab.info www.kab.tv/spa www.laitman.es