Los cabalistas han estado describiendo una realidad social superior, a través de todas las generaciones. Baal HaSulam, a su vez, nos explica cómo lograrlo en nuestra generación.
*Rav Dr. Michael Laitman
“Hemos estado vagando por el desierto junto con toda la humanidad, y ahora hemos encontrado un gran tesoro, que abunda con todo lo mejor… por lo tanto, elaboramos este Shofar (Cuerno de carnero, en hebreo) con el propósito de trompetear fuerte, por si lo escuchan nuestros hermanos y se tornan felices”, (Baal HaSulam, escritos de “La Última Generación”).
Todos conocemos las películas de aventuras en las que el héroe descubre un mapa misterioso y sale junto a un grupo de personas valientes a buscar un tesoro mágico. Por lo general, a partir de un trayecto largo y arriesgado, lleno de experiencias, logran encontrar el tesoro anhelado. Los tesoros que tendemos a imaginar son normalmente lingotes de oro y joyas preciosas, pero no todos los tesoros en la vida están hechos de oro, hay tesoros en nuestra vida que tienen incluso un valor superior.
Supón que te despiertas mañana por la mañana, sin preocupación alguna, rodeado de abundancia ilimitada, o habiendo dejado de preocuparte del futuro de tus hijos, de su salud y sustento, o de cómo se arreglarán en la escuela y el trabajo. Imagínate levantarte una mañana sin tener que escuchar en las noticias sobre el último acto terrorista, o la última desgracia ecológica en alguna parte del mundo. Imagínate la sensación que tuvieras si supieras que miles de amigos te apoyan y se preocupan de tu bien, de la misma manera que una madre se dedica a sus hijos.
¿Suena un poco como un sueño irreal? Pues, no necesariamente…
Vista previa hacia una realidad plena
Resulta que los grandes cabalistas han descrito este tipo de ideal, desde hace muchas generaciones. Los profetas también hablaron sobre lo que se llama “los días finales (del futuro)” y elaboraron relatos pintorescos al respecto.
Un cabalista que descubre la realidad espiritual, obtiene acceso directo a las “raíces de la realidad” que aún no se hayan realizado ante nuestros ojos. Por lo tanto, aunque sus palabras puedan parecernos como acontecimientos futuros, para el cabalista estos acontecimientos son leyes reales, de la Naturaleza que gobierna la realidad.
Rabí Yehudá Ashlag (Baal HaSulam) habla sobre esta realidad en sus últimas escrituras. A partir de la culminación de sus grandes obras –el Comentario Sulam sobre El Libro del Zohar y la elaboración de una detallada Interpretación de Los Escritos del ARÍ- se puso Baal HaSulam a elaborar una de las obras más completas en la historia de la Cabalá: “La Última Generación”. Teniendo el cuadro entero en su mente, supo que era su deber elaborar la estructura correcta de una sociedad que se base en las leyes espirituales, y el rol de cada uno de sus miembros.
Baal HaSulam describió una sociedad armoniosa, basada en la entrega y el cuidado de los demás, que se encuentra, como resultado, en un balance eterno con la naturaleza. Sus obras ilustran lo que descubre el individuo que se eleva a percibir la realidad oculta -la realidad espiritual-, y nos proporcionan una vista previa del buen futuro que nos espera. Si examinamos la manera en que se han estado cumpliendo las palabras de Baal HaSulam –que previó con precisión nuestra vida actual, aún en los 1950s- descubriremos que sus palabras son firmes y que están basadas en un punto de vista totalmente racional.
Una nueva realidad espiritual
“Encontramos la oportunidad de examinar las condiciones de vida de la Última Generación, cuando haya paz en el mundo, y toda la humanidad alcance la cima… y sólo haga uso de la forma de ‘entrega al prójimo’ y nada de la forma de ‘auto-recepción (para el bien de uno mismo)’… talvez convenga y sea posible hacer un intento de adaptarnos a dicha forma de vida, aún en nuestra generación”, (Baal HaSulam, “La Paz en el Mundo”).
La cualidad especial de una sociedad basada en principios espirituales
De la descripción de Baal HaSulam surge que para llegar a este tipo de relaciones entre nosotros se requiere un cambio fundamental de nuestra percepción de la realidad. El núcleo del proceso radica en la necesidad de cambiar nuestra naturaleza egoísta innata y convertirla en la entrega al prójimo. De esa manera, logramos experimentar una nueva realidad espiritual.
La única manera en que podremos abandonar la preocupación interminable de nosotros mismos es al tener otros que lo hagan, de la misma manera que lo hagamos nosotros para ellos, como ocurre naturalmente en una pequeña familia, en la que cada uno se preocupa de los demás. Este tipo de relación se llama Arvut (Garantía Mutua, en hebreo).
Después que uno se haya liberado de la auto-preocupación, se eleva, como resultado, hacia la percepción de una nueva dimensión de la Naturaleza. Se estalla hacia un nuevo campo de emociones, y se le abre el paso hacia una dimensión superior en la que se encuentra en un flujo perpetuo de energía e información completamente diferentes; la sensación del Mundo Superior.